Reseña: ‘Todo un verano sin Facebook’, de Romain Puértolas

[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Romain Puértolas, autor de 'Todo un verano sin Facebook'

Un pequeño pueblo perdido en medio de un bosque entre las montañas, con 150 habitantes, 198 rotondas (para que los viajeros que lleguen allí por equivocación tengan fácil en todo momento dar media vuelta) y el nada apropiado nombre de Nueva York y una detective de homicidios, desterrada allí desde la Nueva York de verdad y casi tan estúpida como el Teniente Frank Drebin de Agárralo como puedas, son los dos ingredientes principales de Todo un verano sin Facebook (Grijalbo), la última novela de Romain Puértolas.

El escritor francés afincado en España, que antes de escritor fue inspector de policía, DJ y hasta limpiador de máquinas tragaperras, aspira a repetir el éxito de su novela más conocida, El increíble viaje del faquir que se quedó atrapado en un armario de Ikea, traducida a decenas de idiomas y que cuenta hasta con adaptación al cine.

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Reseña: ‘Las hijas del agua’, de Sandra Barneda

hijas del agua
Foto: Karsten Würth (@inf1783) (Unsplash)

[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Las hijas del agua es la tercera entrega de la tetralogía de los elementos de Sandra Barneda, cuatro novelas en las que la también periodista y presentadora de televisión propone otras tantas historias protagonizadas por mujeres que tratan de sobrevivir, o simplemente salir adelante, en un mundo a menudo hostil, brutal y machista.

Tras escoger para Reír al viento y La tierra de las mujeres una ambientación contemporánea, en Las hijas del agua la autora se traslada a la Venecia de finales del siglo XVIII, con la Serenísima tratando de mantenerse al margen de los vientos de modernidad que soplan desde otras latitudes y, sobre todo, del terremoto que para toda Europa supuso la Revolución Francesa.

Ese es el tablero sobre el que Barneda sitúa a sus personajes, un elenco que combina a figuras ficticias con otras reales, como Mary Wollstonecraft, la reina María Antonieta, María Josefa Pimentel y Téllez Girón, duquesa de Benavente, o las escritoras Olympe de Gouges, Elisabetta Caminer y Mary Astell, entre otras mujeres notables de la época, a las que Barneda sitúa como miembros de la Hermandad del Agua, una sociedad clandestina que lucha por los derechos de la mujer.

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Reseña: ‘Una odisea espacial’, de Arthur C. Clarke

[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Un volumen reúne por primera vez las cuatro novelas que componen la serie Una odisea espacial, de Arthur C. Clarke, cuando se cumple una década del fallecimiento del escritor británico y medio siglo de la publicación de su obra más emblemática, la maravillosa 2001: una odisea espacial. Con ella nacería una aventura narrativa que se prolongaría durante tres décadas y que supondría un punto de inflexión en la ficción científica.

'Una odisea espacial'
Foto: Antonio Ruiz García

Ninguna de sus tres continuaciones (2010: odisea dos, 2061: odisea tres y 3001: odisea final) está a la altura de la novela que lo empezó todo, pero su lectura es un placer del que disfrutarán especialmente los aficionados a la astronomía, la física o la mecánica celeste y quienes gusten de deleitarse con las propuestas de un autor que en muchos momentos de esta serie escribe, más que ficción, literatura de anticipación.

La historia de 2001: una odisea espacial se remonta a 1948, cuando Arthur C. Clarke escribió un relato titulado El centinela para un concurso de la BBC. Su texto no fue seleccionado, pero su idea central, una pirámide instalada en la Luna por alguna entidad extraterrestre, sirvió de germen para la creación, un par de décadas más tarde, del famoso Monolito. Cuando Stanley Kubrick se reunió con el escritor en 1964 para que le echase una mano para filmar la “proverbial buena película de ficción científica”, Clarke se acordó de su pirámide, y de ahí nació la epopeya que lleva a Dave Bowman, Frank Poole, HAL 9000 y la Discovery a la otra punta del Sistema Solar.

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Qué leímos en 2017 (I)

[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Llevamos ya unas semanas de 2018 y probablemente ya estéis hartos de ver por todas partes artículos y listados con los títulos que llegarán a las librerías este año, del mismo modo que acabaríais diciembre saturados de listas con lo mejor de 2017. Por eso hoy os traemos algo diferente: una recopilación de lo que leímos en Libros de Babel el año pasado, con los libros que os recomendamos leer y los que os recomendamos evitar. ¿En qué se diferencia nuestra lista de esas otras listas de 2017? En que es poco frecuente que leamos novedades, así que estas recomendaciones son un poco más atemporales.

lecturas recomendadas de 2017

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Reseña: ‘Nunca me abandones’, de Kazuo Ishiguro

[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Hay quienes piensan que la ignorancia puede ser una bendición. Que es mejor no saber según qué cosas porque el peso de determinadas verdades podría aplastarnos. Eso defendía, por ejemplo, el protagonista de San Manuel Bueno, mártir, de Miguel de Unamuno, que predicaba a sus feligreses sobre una vida eterna en la que no creía para que no cundiese en ellos la desesperanza. Como el propio escritor, este cura de pueblo decide creer en Dios, aunque haga tiempo que ha perdido la fe, porque la alternativa (que tras la muerte sólo haya vacío y olvido) sería demasiado insoportable. Otros, en cambio, piensan que lo verdaderamente insoportable sería que esto que llamamos vida no fuese, en realidad, más que una prueba, un periodo de prácticas en el que hacer méritos para la otra vida, la de verdad.

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Foto: Tanisha Pina

Nunca me abandones (2005), de Kazuo Ishiguro, no tiene que ver con la religión, pero tiene en común con la obra de Unamuno ese trasfondo sobre si es o no mejor saber el destino que nos aguarda, por muy horrible que sea. Si supone alguna diferencia que el camino hacia esa meta inevitable sea tortuoso o engañosamente edulcorado. Si merece la pena tener esperanza, aunque no haya ninguna razón para tenerla.

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200 años de ‘Frankenstein’

(Publicado originalmente en ‘Libros de Babel’)

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Un grupo de amigos alquila una cabaña a orillas de un lago, un entorno idílico para paseos y comunión con la naturaleza que por culpa del mal tiempo pasa a ser una escapada a cubierto, de noches en torno a la chimenea compartiendo historias de fantasmas acompañados por los truenos de la incesante tormenta. Podría ser el inicio de cualquier película (probablemente mala) de terror con adolescentes y monstruos, salvo que la cabaña era en realidad la lujosa Villa Diodati, situada cerca del Lago Lemán (Suiza), y los protagonistas de esta historia, aunque jóvenes, no son los típicos adolescentes atolondrados de las pelis de terror, sino Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, John William Polidori, Mary Wollstonecraft Godwin y su hermanastra Claire Clairmont.

Todos ellos coincidieron en la mansión alquilada por Byron en el verano de 1816, un año conocido como el año sin verano por culpa de las consecuencias de la erupción del volcán indonesio de Tambora y de la inusual posición en la que se encontraba el Sol en la época (mínimo de Dalton), lo que dio lugar a un año de temperaturas excepcionalmente bajas y a un verano frío, húmedo y lluvioso, que confinó al popular poeta y a sus invitados en las estancias de la villa, donde por las noches se leían unos a otros los cuentos de fantasmas que habían encontrado en un volumen alemán traducido al francés. Durante una de esas veladas Byron planteó a sus invitados un reto: cada uno debía escribir su propia historia de fantasmas.

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Reseña de ‘Norse Mithology’, de Neil Gaiman

Norse Mithology - Neil Gaiman

[Publicado originalmente en ‘Cosas de Babel’]

Exceptuando la grecolatina, la nórdica es probablemente la mitología pagana más conocida y popular en todo el mundo, sobre todo por la aparición recurrente de muchos de sus elementos en libros, cómics, películas y series de televisión que nos han familiarizado con nombres como Odín, Thor, Loki, las Valkirias, el Valhalla… Sin embargo, el conocimiento popular (al menos el mío) no se extiende mucho más allá de ese puñado de nombres. Y aunque siempre he sentido cierta curiosidad por el tema, no había sido hasta ahora suficiente para animarme a saber más, en parte porque el material, las fuentes, las historias, se me antojaban demasiado dispersos.

Por eso aplaudí cuando supe que Neil Gaiman iba a publicar un volumen sobre la mitología nórdica (bien pensado, podría publicitarse como una suerte de American Gods Companion, al menos para la parte asgardiana de esa joya).

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