halloween

[Publicado originalmente en ‘Libros de Babel’]

La noche que separa octubre de noviembre es una noche mágica. Los que saben de estas cosas aseguran que durante unas horas se atenúan las fronteras que nos separan del mundo en el que nos esperan los que nos faltan… y también donde aguardan esos a los que no echamos de menos.

Para honrar y recordar a los primeros (no es que necesitemos razones ni para lo uno ni para lo otro, ¿verdad?), con las primeras luces de noviembre los cementerios se llenan de personas con flores (y útiles de limpieza, incluidas escaleras) en busca del lugar donde reposan los restos de sus seres queridos.

Para ahuyentar a los segundos, y a la muerte en general, en muchos lugares del mundo se llevan a cabo rituales de raíces muy anteriores a la era cristiana, como el Día de Muertos mexicano (de origen mesoamericano) o el Samhain celta, del que primero se apropiaron los romanos y después la Iglesia y que, en el salto al Nuevo Mundo, acabó convirtiéndose en Halloween (forma contraída de All Hallows’ Eve, la víspera de todos los santos), que unos años después ha vuelto a Europa con los disfraces, las calabazas y los trucos y tratos…

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