[Publicado originalmente en ‘Libros de Babel’]

Aunque autores como Jorge Luis Borges o Edgar Allan Poe consagraron al cuento el grueso de su producción literaria, lo cierto es que con frecuencia se considera al relato corto una forma narrativa secundaria e inferior a la narración por excelencia: la novela. Ese menosprecio es llamativo en el caso de autores que han cultivado, indistintamente, el cuento y la novela (e incluso esas historias más extensas que un cuento pero no tanto como una novela que llamamos nouvelles o novellas) y que ven cómo críticos, biógrafos y estudiosos varios suelen centrarse en sus novelas y dispensar a los cuentos poco más que un pie de página.

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Quizás en el caso de Henry James (1843‐1916) ese desequilibrio no sea tan acusado, si bien abundan las ediciones y estudios de sus novelas y novellas pero no tanto los de sus relatos, que suponen una parte importante de su producción y una clave para desenredar la complejidad estilística y narrativa del autor de Retrato de una dama, Otra vuelta de tuerca o Daisy Miller.

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