(Publicado originalmente en ‘Libros de Babel’)
Un grupo de amigos alquila una cabaña a orillas de un lago, un entorno idílico para paseos y comunión con la naturaleza que por culpa del mal tiempo pasa a ser una escapada a cubierto, de noches en torno a la chimenea compartiendo historias de fantasmas acompañados por los truenos de la incesante tormenta. Podría ser el inicio de cualquier película (probablemente mala) de terror con adolescentes y monstruos, salvo que la cabaña era en realidad la lujosa Villa Diodati, situada cerca del Lago Lemán (Suiza), y los protagonistas de esta historia, aunque jóvenes, no son los típicos adolescentes atolondrados de las pelis de terror, sino Lord Byron, Percy Bysshe Shelley, John William Polidori, Mary Wollstonecraft Godwin y su hermanastra Claire Clairmont.
Todos ellos coincidieron en la mansión alquilada por Byron en el verano de 1816, un año conocido como el año sin verano por culpa de las consecuencias de la erupción del volcán indonesio de Tambora y de la inusual posición en la que se encontraba el Sol en la época (mínimo de Dalton), lo que dio lugar a un año de temperaturas excepcionalmente bajas y a un verano frío, húmedo y lluvioso, que confinó al popular poeta y a sus invitados en las estancias de la villa, donde por las noches se leían unos a otros los cuentos de fantasmas que habían encontrado en un volumen alemán traducido al francés. Durante una de esas veladas Byron planteó a sus invitados un reto: cada uno debía escribir su propia historia de fantasmas.