[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Congreso de Libreros de Sevilla
Fotos: Belén Vargas

Como en todos los sectores, los congresos sirven para poner en contacto a profesionales de distintos campos y distintas localizaciones geográficas, para poner cara a esos que tal vez se conozcan sólo por teléfono o medios electrónicos, para descubrir que unos y otros lidian a diario con los mismos problemas, para buscar soluciones a esos problemas, para intercambiar puntos de vista, para aprender. Por eso citas como el Congreso de Libreros son necesarias, sobre todo si han pasado siete años desde el anterior, siete años duros para el mundo del libro y las librerías en los que muchos se han quedado por el camino pero otros muchos más siguen adelante, sobreviviendo, que no es poco.

Sin embargo, como en tantos otros encuentros de este tipo, tampoco en la cita que se ha celebrado estos días en Sevilla se han hallado recetas mágicas para llenar las librerías de clientes (y sus bolsas de libros), o para aliviar la carga administrativa que soportan los libreros, o para que las editoriales dejen de abrumarles con decenas de nuevos títulos cada semana, muchos de los cuales son devueltos casi sin haber salido de las cajas.

Pero algo sí se ha avanzado. Libreros, editores, distribuidores y representantes de las instituciones han debatido, compartido mesas redondas (y muchas charlas privadas durante los descansos) y ya tienen una idea más certera de lo que unos y otros pueden hacer para que todos los eslabones de la cadena trabajen juntos y mejor que hasta ahora.

(Seguir leyendo)