[Publicado en ‘Libros de Babel’]

Los arqueólogos desentierran en la antigua ciudad de Olimpia una tablilla de arcilla con versos del poema épico de Homero que podría datar del siglo III de nuestra era.

Mosaico romano del siglo II, de Cartago, que representa la escena de Ulises y las sirenas (Museo del Bardo de Túnez, foto de Giorces)
Mosaico romano del siglo II, de Cartago, que representa la escena de Ulises y las sirenas (Museo del Bardo de Túnez, foto de Giorces)

“Háblame, oh Musa, de aquel varón de multiforme ingenio que, después de destruir la sacra ciudad de Troya, anduvo peregrinando larguísimo tiempo, vio las poblaciones y conoció las costumbres de muchos hombres y padeció en su ánimo gran número de trabajos en su navegación por el ponto, en cuanto procuraba salvar su vida y la vuelta de sus compañeros a la patria”.

Así comienza uno de los grandes poemas épicos de la antigüedad, en el que se narra la vuelta a casa de Ulises (u Odiseo) tras su decisivo papel en la guerra que acabó con Troya y que se cuenta en la otra gran epopeya de la antigua Grecia, la Ilíada (que arrancaba con aquello de “la cólera de Aquiles”). Como su predecesora, esta secuela (o spin-off, porque sigue las aventuras de un personaje más bien secundario) está atribuida a Homero, un poeta ciego que recorría pueblos y ciudades glosando las hazañas de dioses y héroes.

No se tiene certeza de que Homero existiese como figura histórica (era el nombre con el que sus compatriotas conocían al aedo que en torno al siglo VIII a.C. cantaba estos versos, aunque también podría ser un vocablo para designar a un colectivo de poetas), ni mucho menos de que fuese el autor de ambas obras. Tampoco se tiene claro quién y cómo se encargó de poner por primera vez por escrito lo que hasta entonces se había transmitido de forma oral ni cuánto añadieron, quitaron y cambiaron esos primeros transcriptores o los que vendrían después. Lo que sí sabemos es que sus obras son un pilar de la cultura grecolatina y de todas las que provendrían de ella y que sus historias (personajes, palabras, anécdotas…) están firmemente arraigadas en la sociedad, cultura y modo de pensar contemporáneos.

(Seguir leyendo)