[Publicado en ‘Libros de Babel’]
La Academia Sueca, la institución encargada de otorgar el Nobel de Literatura, comienza a reaccionar a la crisis que la sacude desde hace meses y que ha pospuesto para una fecha aún sin determinar la entrega del galardón correspondiente a 2018.
El terremoto, desatado por los abusos sexuales cometidos presuntamente por el marido de una de las integrantes de la Academia (y que ya investiga la Fiscalía sueca), conllevó la renuncia de varios miembros a seguir participando en la institución (en los últimos días ha habido rumores de que alguno, como Sara Danius, ex secretaria permanente, estaba pensando en volver; lo desmintió enseguida). Esa renuncia de facto no pudo materializarse en una dimisión real porque los estatutos de la entidad determinan que los cargos son vitalicios y, por tanto, no se puede renunciar a ellos. Como no se puede abandonar, tampoco se pueden suplir esas vacantes, lo que ha abocado a la Academia a una parálisis que podría ahora comenzar a solventarse.